Escondidos, del desván, en el rincón,
por las manos del reloj intocados,
solitarios desmenuzan su canción,
los juguetes por su dueño olvidados.
Danza marcial con el ritmo del latón,
de camiones y del viejo soldado,
esgrimiendo las cometas de emoción
en la torre del castillo encantado.
Los peluches se disponen a saltar,
al compás del tambor de hojalata,
bolos y muñecas van a disfrutar,
navegando en el barquito pirata.
En el desván todos desean cantar,
y jugar al corro de la patata.



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