Cuando llegue a la loma exhausto y vi la escritura, se me pasó de golpe el cansancio. El majestuoso árbol que como un soldado lideraba y defendía solo la colina, a mi modo de ver apenas había cambiado. Sus múltiples brazos llenos de espesas hojas, recorrían con su sombra gran parte del llano y caían colina abajo dibujando en cada matorral, una fantasma del pasado.
Las lágrimas brotaron por mis mejillas al imaginarte aún viva a mí lado, bajo aquel robusto árbol.Que maravillosos recuerdos de antaño, que profunda y esplendida sensación al ver aquel dibujo, aquel garabato de corazón, con nuestros nombres a cada lado.
Por: Jordi Cabré Carbó (España)
jordicabre-33.blogspot.com.es
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