Era la distancia,
gruta de vacíos,
que se dolía en tu voz.
Era la huella dactilar
invadiendo tu herida
en cicatriz garabateada.
Era mi voz entrecortada
y el idilio de rescatar
aquel hialino cobalto.
Era la cruel aspiración,
el brebaje de pomelo amargo
y mi ruta bifurcándose en inercia.
Por engullir la llaga propia,
enjuagar el rímel desconsolado
y romper las murallas de indiferencia,
fue.
Por: Antinomia (España)
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