Aurora abrillanta los colmillos del lobezno que yace inconsciente
Entre brumas y arenales que rozan ábacos con los pies de orilla
Vestida de azul, incorpórea, cenicienta virgen da cuenta de sus
Pecados
Las armas pálidas del otoño sangriento alcanzan al feto
El feto llamado que es helado en esa holgura despierta
De lo inconforme, del pesar, de la clave que se arrellana
Mente
Será apresada y electrocutada para que recapacite, piensan
Pero queda una grieta de luz que señala al techo
Y sabe decir no y partir a las aguas que perdonaron sus miserias
Mar
Siempre al mar.
Por: Antinomia (España)
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