Deambulo sólo por las calles, perdido en tu ausencia y en el recuerdo de tu aroma bajo mis sábanas. Latido frenético en el impulso caótico del bullicio, ausente de miradas y sordo ante los rumores.
El estallido me invita a sortear esquinas y ventanas, tropezando con la miseria de mis zapatos. Es imposible encontrar tu rostro entre tanta gente mientras el café humea en la barra de mis pesares. Una lamento en el aire, una mirada furtiva y un corazón anhelante.
La lluvia no hace más que retorcer el gesto de la fortuna y engrandecer la pena. El temporal arrecia y las prisas nublan mis sentidos. Te busco y no te encuentro, en las paredes y balcones, en las baldosas de luna y en los rincones del olvido. Un adiós lastimero, jamás aceptado y el gesto definitivo.
No hay palabras, únicamente los pasos de mi camino. Y mi mañana se tiñe de cotidiana soledad, en una búsqueda imposible por los abismos del tiempo y la añoranza.
Otro suspiro perdido, una impotencia hueca y un vacío enorme, entre las sombras de mi ciudad.
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