Bajo tu fuego lento me consumo,
quemando el aire en mis manos,
que alzan suspiros al cielo,
buscando una mañana soleada,
deslumbrante y cierta,
que reparta bohemias razones
y comparta sabores añejos.
¡ Oh sabor dulzón que atardece
al compás cantarín de mil plegarias!
Raya el agua la vereda,
que transparente recorre el alma
de aquella voz lírica y olvidada.
¡ Oh rumor pasado de mi Otoño!
fiel reflejo que nunca ha sido,
que impone un recuerdo sosegado,
pero un sueño miserable y austero,
embustero, malogrado, no soñado.



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