1. Supongamos que después de cuatro meses
vuelves al lugar de donde decidiste marchar.
Supongamos que me echas de menos
al menos tanto como yo.
Que no te adaptas a vivir sin mi abrazo
a andar descalzos por la risa
que provocaba mi caricia en tus pies.
Supongamos que hablo del futuro
y que sigues instalando recuerdos en mi espalda
que la brisa de la que te hablaba
sigue oliendo a ti.
Mi razón me dice que si tardas diez minutos más
te olvidaré,
aunque mi corazón no está tan seguro
de poderlo hacer.
Supongamos que el destino es coherente
y nos invita a volver a mirarnos
como el primer día,
a volver a besarnos como aquella primera vez.
Hay mil poesías describiendo ese momento
y mil lunas iluminando nuestro lamento.
2. Me fui queriendo descifrar nuevos amaneceres,
retroceder en el abismo
de un misterio sin precedentes.
Me alejé de la zona de confort,
sabiendo que podía perder y perdí risas
pero gané vida.
El viento solo pasa una vez y el tiempo
ayuda a destapar el mar y el bien.
Resisto a la tentación de tu perfume
echando de menos tu cuello y de más el riesgo
de romper mi silencio.
Mi corazón me rige entre latidos
que vuelva a tu ombligo,
aunque mi razón me transmite
que olvide al fin tu olvido.
Por: Raúl Zambrano (España)
deunalmaotra.es
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Preciso y divino: sabio.
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