
Tú, mi ausente príncipe,
me dueles en el alma,
me dueles en el alma,
mientras el calvario de tus besos
me va despabilando por las madrugadas.
Tú, mi ausente príncipe,
me dueles en la piel,
cuando tus infames caricias
vuelven desmedidas en nuestras noches clandestinas.
Tú, mi ausente príncipe,
me dueles en el corazón,
cuando callas miserablemente
el juramento quimérico de esta modesta unión.
Tú, mi ausente príncipe,
me dueles en la mente,
mientras los infames recuerdos
cruzan vacilando tus profanos sentimientos.
Tú, mi ausente príncipe,
me dueles en todo el cuerpo,
porque te quiero y no te tengo,
porque te odio y me miento.
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