Pintura: Jean Fautrier https://ar.pinterest.com/
Colapsa, dentro de su pecho, un agitado océano en medio de una tormenta arrasadora de abril, que con orgullo intenta no erupcionar las vertientes de su palpitar. Que agita el mar rojo que trasmuta hacia la conciencia, que dentro de ella se procesa y, al poco tiempo, se convierte en agua cristalina. Que llena de espanto sus vísceras, y se deshacen cuando se acerca el acontecer de una tempestad que gime en el arduo silencio de la noche. Que flagela en silencio su mente como un frío vendaval.
Y luego de una introducción abrumadora, brotan como pétalos de flores las únicas crías que su cuerpo le puede dar. Que la marea se hace alta y desborda en el interior de sus penas. Que los gimoteos inocentes se convierten en pesadillas. Que ya nada puede calmar el desahogo de sus tristezas, ellas se hacen pasar por muertas para luego despertar.
Que de su boca emana un silencioso grito de auxilio, y que nunca nadie podrá escuchar.
Por: Male Biangardi (Argentina)
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