Y escucho el aullido de mi alma
resonar al son de tus campanas,
mientras va volando la velada
de mi piel ya resignada.
Y siento la brisa de tu respiro
rosar mi impetuoso delirio,
cuando te espero entre suspiros
en nuestro dulce recóndito capricho.
Y veo tu mirada engreída
deslizar su ternura amarga,
mientras sosegadamente clava,
el éxtasis en mi humilde ánima.



Deja un comentario