Me pienso rodeada de agua fresca y rebosante, con pétalos bailando en la superficie. Sumergida, me vuelvo partícipe de esa excitante danza.
Me hundo en mis memorias, las redibujo hasta deshilacharme. El agua entra en mí y se incorpora a mi cuerpo. Regresa aquél ser de luna veraniega.
Y en mi cabeza, la constante idea de hacerte todo lo que me imagino; de hacerte mío y de hacerme tuya. Y de igual forma ser dos trozos de carne viva y vibrante. Vibramos de par en par.
Con la ventana abierta, las nubes se abren paso y se enredan en mi cortos cabellos; soplan nuevos pensamientos, curan heridas de los últimos tiempos y se marchan dejándome tranquila.
De pronto, una vaga ilusión se convierte en compañera de caminatas. La reconozco sin cálculos, sin preguntas ni exigencias. Sólo es y sola soy.



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