Cuando algo no tiene sentido, cuando algo simplemente no tiene lógica, ni explicación, ni solución; como la muerte. Me lo dijiste tantas veces, y en ese momento, tonta, ilusa yo, no lo comprendí.
Tuvo que pasarnos para entenderlo, tuviste que irte para demostrarlo, y ahora lo entiendo, ¿será muy tarde?
Quiero pensar que hay un “más allá”, otra dimensión en donde las almas de aquellos que murieron se preparan para una reencarnación, y que ahí estás tú, disfrutando tu levedad y reencontrándote con aquellos que se fueron antes que tú.
Me gusta imaginar que estás bien, muy bien, sin penas, ni llantos ni preocupación, viéndonos sobrellevar tu pérdida con dolor, quiero pensar que hay más de lo que veo, de lo que siento y de lo que imagino. Deseo con toda mi alma que sea cierto, pero a veces, la verdad me golpea tan fuerte que hace sangrar mis heridas de nuevo. ¡No lo sé!, no me consta, no lo puedo ver, no lo puedo tocar, no puedo confirmar que sea verdad. ¿Qué tal, si en realidad no hay nada? ¿Qué tal, si realmente no estás esperándome en el paraíso prometido, con una sonrisa en tu rostro y una copa de vino? ¿Qué tal, si solo nos convertimos en memorias del pasado y en olvido?
No saber me mata lentamente, no poder verte y saber que estás bien me tortura el corazón, quiero abrazarte, estar segura de que estás bien, que todo estará bien, no puede uno prepararse para algo que no entiende, que no tiene sentido, algo para lo que no existe la lógica, no se puede preparar uno para toparse con esta pared, con este abismo. ¿Qué pasa después de la muerte?, hay miles de teorías y ninguna me da la paz que necesito, porque ninguna me puede garantizar que tú estás bien.
Recuerdo muy bien, cuando ante alguna situación que no cuadraba me decías: “Se baja el cero y no contiene”, y cuando me preocupaba de más, me tranquilizabas diciendo: “Todo tiene solución, excepto la muerte”, y ahora lo entiendo, papá, todo lo demás lo puedo solucionar, pero no tu muerte.



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