llevo en el puño restos de montaña
soy horizonte tendido en una cama
anhelando tu piel
reducida a la superficie fría del teléfono
te diluyes en el silencio
como el final de mi canción favorita
inconforme
le suplico al dios que pendula sobre mi techo
me convierta en verbo
así
enredándome en tu lengua
no podrás librarte
de conjugarme
en todos los tiempos



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