He sido pequeño con ojos de gigante,
he tenido en mis manos el vino y la carne,
he vivido cerca mientras estaba distante,
he sentido el contacto con kilómetros mediantes,
he perdido las cosas que tenía guardadas,
he tenido las horas perdidas siempre en mis llagas,
he sido sin ser
y no he sido siendo,
he vivido sin querer
y no he vivido queriendo,
no he sido humano,
y como tal, concluyo haber actuado
cual otro ser humano.
He visto tarde lo que para muchos era evidente.
He visto sonreír a recuerdos tristes,
y llorar a enormes tragos de felicidad.
He visto cuando no había retorno lo trascendente
de decisiones baladíes y consejos inservibles.
He visto caer ídolos que eran tan imponentes
que el barro que los formaba era de calidad.
He visto levantarse muros donde la confianza
acabó haciendo aguas entre heridas mal curadas.
He visto izarse banderas blancas
que entre amistad enterraban hachas.
He visto cuán relativo era el destino,
cuán absolutos los primerizos errores,
cuán disolutos los restos de opiniones,
y cuán poco significativo el pasado frente a uno mismo.
He visto soñar a los frustrados,
pese a que debían estar cansados,
y derrumbarse a los triunfadores
que en su mano tenían su propio goce.
He visto sin ver hasta ahora,
y sigo sin ver según la hora,
he visto hasta poder ver
el olvido que a la vida me aflora,
he visto que no recordar repara
los siglos que caminan en mis botas.
Los motivos ahora no importan.
Ahora veo que viviré por mi propio encargo.
Ahora, al fin, lo veo claro.
Más textos, Instagram: @josejamartinez
Pág. Facebook: José Javier Martínez Miñarro



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