Esta luna tan frívola
-veintiuno de febrero-
que se mueve como víbora
o las alas de un velero
ha ensombrecido mi día,
somnoliento recuerdo
del sueño en cofradía
que tuvimos como acuerdo.
Se consume tu memoria
en fogón incinerado
por cornisa y oratoria
para tenerte a mi lado
y encontrar un “sin embargo”
que te ate a mis pies;
por este amor que yo cargo
de mi boca no te fíes.
