Destino querido,
la mente nublada
solo piensa en volver
a su jaula,
lecho abandonado,
puerto compasivo.
Suelto la mano cansada
de un sol moribundo,
su fuerza
se apaga lento,
como la mía.
Se funde la vista
al ocaso.
Viajante ingrato
a tu espalda
se asoma
el horizonte nuevo.

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