En la lejanía del tiempo, donde se cruzan los atajos del viejo vendaval, se encuentra ese rojizo atardecer. Y en las agonías del viaje, hacia quién sabe qué lugar, nuestras nostalgias son calmadas por música ecléctica, llena de sabor a beat y desazón humana.
En las noches, de corta luz y bello arte lumínico, se tatúan las hojas en la lluvia y se dibujan las nubes en el cielo estrellado. Largo trecho recorrido, como en casa, con luna llena de fondo y el sonido de atrapa sueños hermosos, llenos de vida.
Es un viaje, una nostalgia o un pedazo del tiempo que nos arranca de la piel, la sensación de que esta corta vida, no quiere huir jamás.