No hay palabra mala
Ni en tus labios
Ni en los renglones
Ni en los pregones de los que no se resignan
No existen vocablos malditos
No existe la censura para los poetas
Sólo la ardua tarea de perder el miedo
Para decir el mundo
Para soñar el mundo
Y si soy puta
Lo soy por culpa de una pluma
Pero seré reina en la próxima página
O tal vez asesino
Contrabandista
Albañil
Bailarina
Leproso
Muerto de hambre
Quizá gozaré de mil placeres
Con muchas mujeres
Con muchos hombres
Con mucha soledad
Y hablaré de tetas y de culos
Y metafóricamente me bañaré
En un río de lubricación vaginal
O en un mar sombrío de indiferencia
Donde se ahogan los sin nombre
Aquellos que no tienen quien los llore
Y citaré a los “altares de Cipris”
Y a la Muerte
Y lo diré todo
Porque no existe grosería indigna de poesía
Porque escribir
Es un acto de libertad.



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