La ansiedad carcome mis manos
porque estás dispuesto a quererme,
mas no a aceptarlo.
Me ignoras con vivencias burguesas,
y me reconoces uno o dos días al año
te conectas, y me tientas
como si no fuese otra oveja del rebaño.
Te exhibes como dios eterno,
-pudiente, mas no punible-
porque ante las leyes de Dios
soy yo el pecado inasequible.
Y yo no he hecho más que amarte,
que adorarte, que elevarte,
mas prefieres regresar a ella:
espectro que carece de semblante.
Me atraes, me impresionas con gran cebo;
te exhibes como mármol en mausoleo.
Es por ti que si no es tequila, no lo bebo
y ahora son dos problemas: mi amor y el deseo.
Sigues sonriente, maniquí sin palabras
sigues en línea, mirándome a la espera,
mas no concibo concretar tus ideas;
dios dudoso, ¿soy tu alma verdadera?
Porque han sido cuatro días de tu ausencia
y poco a poco se va tu voz melodiosa
pronto quedará el polvo de tu presencia
y algunos rayos tristes de luz armoniosa.
Cuando por fin vuelen estos versos
obsérvame a los labios y escucha a mis ojos
quienes simples te dirán, un poco necios
que resides no en mi alma, sino en mis sollozos.
Y gritarán, un poco nerviosos, un poco tercos,
¡elegía, elegía, eres tú mi sustento!
¡date cuenta que te he amado desde el dieciocho!
Que tú eres bruma,
y yo soy silencio.
Hermosa y encantadora entrada! Un canto al amor traicionado, sin desvelo…Un cálido saludo.
Me gustaLe gusta a 2 personas
Agradable poema 🙂 muy entregado
Me gustaLe gusta a 1 persona
Enhorabuena, ¡me ha gustado mucho!
Me gustaLe gusta a 1 persona