¡Esta soledad puntiaguda!
Esta soledad impuesta
que no sabe contentarse acompañada.
Es tan grande mi soledad
que rebosa en todas direcciones.
¡Esta soledad punzante!
Esta soledad que se busca
y no se reconoce frente al espejo.
Es tan antigua mi soledad
que se ha tornado fantasma.
¡Esta soledad que no se acepta!
Esta soledad que no es la soledad
que necesitan mis ganas de estar sola.
Es tan fría mi soledad
que desfigura mis huesos.
¡Esta soledad agotadora!
Esta soledad profunda
como el alma a la que apresa.
Es tan engañosa mi soledad
que se maquilla de voces.
¡Esta soledad de perdedores!
Esta soledad siempre fiel
entre ecos ajenos de falsa presencia.
Es tan deliciosa,
es tan dolorosa mi soledad,
que planeo en soledad
cómo intoxicarme de ella.
¡Muy buena entrada! Pero sabes? No es la soledad doliente, eres tu que no te amas y por ello sigues conviviendo con ella, martirizándote. Un cálido saludo.
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En la poesía, como en los sueños, todo se confunde y nada es lo que parece. Un saludo.
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