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Mi amiga Li

Cuando la vi me puse tan feliz. No había visto humana más bonita que ella. Vestía de color negro, usaba botas y su cabello pelirrojo combinaba con sus labios. Era una noche fría y las gotas de lluvia comenzaban a descender, se encontraba varada en medio de la carretera y parecía no saber qué hacer. Estaba sola, igual que yo, así que no hice ruido para no asustarla. Tenía miedo.

De pronto me miró y sus bonitos ojos verdes me hicieron olvidar a Fany. Me senté a su lado y me dio todo lo que traía de comer en su bolso, estaba delicioso, tanto que no podía despreciarlo. Luego tomó entre sus manos una cosa largucha de madera que nunca había visto en mi vida, pero que al pasar sus dedos sobre las cuerdas los sonidos eran bellísimos, cuando combinaba su voz, algo dentro de mí sabía que ahí era mi lugar. Me quedé dormido, vencido por el cansancio de los días previos a encontrarla. Cuando desperté, ya estábamos en una casa grande donde nos esperaban dos agradables ancianos con olor a fresa y menta. A ella la abrazaron y a mí me dieron un baño. ¡Podía quedarme con ellos! ¡Nunca había sido tan bienvenido!

Decidí irme a vivir con mis abuelos, los padres de mi padre. Cuan felices se les nota con mi presencia y la de mi nuevo amigo al que en dos meses no me ocupé de ponerle un nombre, hasta que mi abuelo lo hizo por mí…

Desde los primeros días supe que se llamaba Linda Margaret, Linda a secas, para la abuela; Linda Chapelot cuando su abuelo la buscaba por toda la casa sofocado por el calor y desesperado por encontrar el control del aire acondicionado; y solamente Li para sus dos mejores amigos, los que esporádicamente le llevaban flores, pero que todo el tiempo le lamían la cara. Siempre le iba a ser fiel, por lo tanto, yo tenía que querer al que ella quería más: Joseph. Pero Liam me daba de sus papas y cuando venía jugábamos a la pelota, creo que él era mi favorito de los dos. Ella llamaba a ambos con una palaba estratégica para no confundirlos, algo como: ¿“amor”? Esa debe ser, pero no sería yo el que la delataría. Yo también tuve muchas amigas…

En fin, en lo que respecta a mi nombre, fue el abuelo el que empezó a llamarme Clyde. Según él, yo era un bandido que osaba comerse a sus pollitos, nunca supo que el tremendo César venía en las noches y sigilosamente se los llevaba. Con todas mis fuerzas corría hasta alcanzarlo hasta que llegó el día en que me deshice de él por el bien de la granja. Él está sano, solo fue un susto. Aun así, mi nombre es Clyde y tengo una eterna rivalidad con los gatos. Sí, especialmente César. Hoy les declaro la guerra.  

Pero el tema de ese gato y de mi falsa fama no es de suma importancia, quien mora en mis pensamientos es Li, con la libertad que me he tomado de llamarla así a perdón de Joseph y Liam, y por la sencilla razón de que ella me quiere más que a ellos dos, me lo permito.

Li hace música cuando está en su habitación y canta como un ángel. Ella, además, elabora quesos con el abuelo que distribuyen al mercadito muy temprano. Tienen la fama de ser los mejores de la comarca; también hornea unos deliciosos pasteles de manzana con canela, que venden junto con su abuela a los vecinos y a algunas tienditas. Sus dedos a veces huelen a mantequilla, en las mañanas huelen a uva, en las tardes huele a chocolate, todo el tiempo tiene un olor distinto, delicioso, que me hace estar hambriento… ¿Ya mencioné que Li libera a las tortugas marinas bebés y yo le acompaño? Tengo miedo de que un día de estos ella quiera sumergirse en el mar y no volver, pero nunca lo hace, nunca lo haría.

Li ríe muy chistoso, como si a veces le faltara el aire y las mejillas se le ponen rosadas, a causa de los disparates que dice el abuelo Chapelot, él es divertido a pesar de estar tan viejo, y la abuela es muy dulce con nosotros, mi familia es la mejor, Li es la mejor. Hace unos días ganó un premio en su trabajo por ser empleada del año y posiblemente en pocos meses obtenga un puesto más importante. ¡Cuánto me llena de orgullo! Ella sabe de todo.

Li es…

Estoy tratando de escribir una historia, no he tenido una vida interesante, no he tenido aventuras, ni siquiera tengo amigos.

—Apuesto a que tienes una vida más interesante, ¿o no, Clyde?

Comienzo… Esta historia no tiene nada de extraordinario, un simple suceso como otros tantos. Muchas veces nuestros mejores amigos llegan en la cotidianidad, sin nada fuera de lo común, en cualquier amanecer de un lunes o un martes, pero al mirar atrás, conformando una serie de sucesos, uno sabe que ese momento marca un antes y un después en nuestra existencia misma, nos hace aprender y crecer, valorar, amar. Yo no lo encontré, él me encontró.

Así llegó Clyde a cambiar mi vida…

¡Oh, Li! Si tan solo pudiera hablar tu idioma. Te diría que nuestra historia es la más fantástica de todas. Contadas veces llegan amigos fuera de lo común, fue el mejor martes del que tengo memoria, martes 30, del 99. Me rescató días después de que Fany se fue, me dio todo lo que tenía y yo le di todo de mí. Creo que no necesito mirar atrás, ella es mi ahora y mi futuro.

Así llegó Li, mi amiga humana. Mi heroína.


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