Cuando el mundo se vuelve frío y parece perder su sentido aparece un destello.
A veces necesitamos momentos oscuros para darnos cuenta de dónde está la luz. La Luz que puede sentirse con los ojos cerrados, que puede mostrarte el camino y dar calor a tu alma. Esa Luz que tantas veces llega a nosotros a través de personas que sin darse cuenta cambian nuestra vida y luego se marchan. O no, o se quedan y son refugio, abrigo, brisa, belleza y sencillez. Tan sencillo como un abrazo que logra acariciarte el alma y en el que deseas quedarte a vivir.
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