Estoy solo; el silencio me antecede, el murmullo de veloces vehículos y los motores que roen el vibrar que quiebra mi temple. Sigo pensando en caminar por arboleda trunca y con su mano de peonía: libertad. La humedad mata mi pensar quiebra el hilo de la tempestad, siquiera concentrarme puedo por clima tan austero; si fuese escoba, rogaría ser sombrilla. Pesado, cansado y desgastado; Buenos Aires maltrecho, no linde su plata, mero canasto de pajonal. Sarta de sentires de invierno oculto, me tiene sin poder brillar ¿Cómo centrar la vista? Si los perros ladran a la distancia; se oye vuelo divino de un arcaico ruido en el matorral.
