No dejaré de amarte, pero sé que dejaré de enamorarme,
sé que me cansaré de los vacíos y de lo que eres ahora,
de la indiferencia y la arrogancia; de tu manía de ahilarme,
de poseerme y dejarme ir, de tu silencio que me devora.
Que me devora las horas muertas.
No dejaré de amarte ni un segundo, por favor al pasado,
porque la vida después de ti se me halló tan dividida,
porque juré volver a encontrarte después del caos:
una vez me salvaste y el alma rota nunca olvida.
Nunca olvida y nunca perece la esperanza.
No dejaré de amarte por la memoria de las madrugadas,
por tu voz al final de la noche y al caer la mañana,
porque nuestras expectativas jamás fueron forzadas,
entre tú y yo no recuerdo nunca alguna distancia lejana.
Lejana como el ahora.
No dejaré de amarte, pero hoy ya no te encuentro.
Cuando más cerca te tuve entre mis manos, menos te siento,
cuando más besos pude darte, fue ilusorio como un cuento.
Y me voy, y te amo, y al decir que te amo, no miento.
No miento, y me voy.
Y aunque no quiero irme, y quiera darte todo lo que tengo,
esto poco que hay a la deriva, me hiere pensándote,
esperándote paciente e impaciente, y así como vengo
después de tantos años, así me voy… amándote.
Amándote, pero sin decir adiós.

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