Hoy he vuelto a casa,
con una flor colgada del pelo,
regalo del calor que ya acompaña,
amarillo, como lo hace el sol en el cielo.
Robados marzo y abril,
lo que vendrá después de los días muertos,
le viene grande a la imaginación,
que llega a la cena sin los cubiertos.
Miopes al futuro del mundo,
con los zapatos sin cordones,
los buzos sin sus bombonas,
a ralentí, todos los corazones.
Los vecinos sonríen a media luz,
y yo lo celebro con ellos,
Elio sabe que llega el verano,
y tras el aguacero, los primeros destellos.
Me pregunto si recordaremos,
cuando el ruido vuelva al ruedo,
el trino de los pájaros en la siesta,
que espantó los cantares del miedo.
Y si mañana no se cantan,
nuevas canciones al oído,
si mañana no hay más alientos,
y los abrazos quedan en el olvido.
Siempre quedará aquel día,
en que asomó una estrella del cielo,
y al florido calor de un nuevo mayo,
descolgué, para plantar, una flor de mi pelo.
Deja una respuesta