Los miedos son zorrinos bramando desconsolados;
y tanto miedo y zorrino, son por demás impredecibles.
Hubo una tarde, que bruscamente apareció un zorrino;
y estaba su cola erguida como un soldado azabache
y estaba también la línea de nieve rodeando su espalda,
y por supuesto estaba yo, por demás trémulo.
Aún recuerdo, que del llanto del zorrino
brotaban apiñadas y en tajos las cebollas.
Cada vez que pienso en los miedos, pienso en vos.
O en tu lucha, cotidiana e incansable,
que parece un faro con la llama sosegada.
Si me preguntas por los sueños, estan ahí.
Aunque sean esquivos y no salgan de sus madrigueras;
aunque demoren en visitarnos y le teman a la lluvia.
Si me preguntas por tus sueños, los vas a abrazar.
El viento persiste en castigar aquel árbol, lo zarandea.
Y no por eso dejará de florecer al asomarse Agosto.
Quizá, entendiendo a los miedos y a los sueños
como algún animal escurridizo, como otro constante;
podamos alcanzar sus lomos y regalarles una caricia.
Uau, uau y uau. Excellente. No quiero repetir lo que comento a cada entrada tuya porque cada entrada tuya es igual de buena.
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Henri querido, muchas gracias por tus palabras siempre!
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