Envuelto en tinieblas
un hombre corre presuroso,
agotado por el eco
de sus propios pasos.
Presa del pánico,
se siente constantemente perseguido,
incapaz de ignorar
el frío que recorre su cuerpo.
Resulta en vano intentar escapar,
pues desde hace tiempo atrás
él ha quedado atrapado
en su memoria.
Víctima quizás
de las circunstancias,
su pobre mente delirante
es su castigo,
y su única aliada
la muerte.
“La muerte no lastima, la vida es la que duele” (Elías Nandino) Besos al vacío
Me gustaLe gusta a 2 personas