Otra vez
brotan clavos de mis manos
cuando empiezo a acariciarte.
Perfil de severidad infinita.
Cómo haremos
para retener lo que liberamos
al comienzo.
Esa voz en luz perpetua.
Cómplice. Ingenua.
Esa voz en perenne floración
que no queda
ni para mojarme los labios
con rocío.
Cómo haremos.
Otra vez brota la sed
de mis párpados
cuando me siento a mirarte.
Y voy hacia el Sol
y quiebro las ventanas
de tu pecho
con mis miedos al contraste
mientras mis ramos se tuercen
en un sinsentido.
Y no entiendo
cómo haremos,
cuando tú me quieres hiedra
y en el temblor de mi vientre
observo que debo podarme.
Cuando crezco
yo la luz no puedo verla.
Y en mi noche brotan clavos
y puñales.