En el azaroso
juego de la atracción,
uno lanza los dados
con tal grado de esperanza,
solo para que al final
la otra persona
mire el resultado
con indiferencia
y aparte los dados
de su vista rápidamente.
En última instancia,
no se puede hablar de certeza,
ni pedir clemencia al cielo,
lo único que resta
en casos como este,
es saber apreciar
los pequeños gestos
que da la vida
antes y después
de que los dados
terminen de moverse.
Bella entrada! No obstante; nada es casual, todo es causa efecto. Dime y si quien los tira, los tiene cargados? Un cordial saludo.
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