A mí no me engañas.
Te apetece la tangente de ese y cualquier escote.
Te provoca la parábola barata
y te tienta la geometría corriente.
Pero es la circunstancia aleatoria lo que te deleita.
Son pensamientos sin coordenadas lo que te cautiva
y la complejidad numérica lo que te resta el sueño.
Y para tu mala fortuna me gobierna un teórico probabilístico,
me violentan preguntas sin dominio y recorrido.
Me asfixian derivadas siderales, ecuaciones atemporales
y tanta álgebra sin solución.
No te convengo.
Porque no me complacen los reflectores,
porque no sé nada de fotómetros,
porque nunca pude enfocar mi vida ni encuadrar mis opiniones,
porque no tengo un temporizador para mis decisiones,
porque tengo muchísimos negativos sin revelar,
porque no entiendo nada de equilibrio y balanceo de blancos,
porque simplemente no quiero
y porque no sé lo que quiero.
Pero.
Porque siempre hay un pero.
Detrás del lente, el objetivo, el visor, la pupila, las fórmulas ópticas y las incógnitas.
Después del botón, el disparo, los fotones, la onda electromagnética y el mosaico de colores.
En el limbo entre la fluorescencia y el instante.
En el ángulo crítico, bajo el índice de refracción perfecto, sin filtros, estática, expuesta, confundida y seducida.
Por un destello breve,
hay estigmas de luz que duran por siempre.
Chulisimo 👏🏻👏🏻
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Me encanta, Isa.
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