El sol me sacude,
con la luz como látigo.
Y afuera, llovió azúcar.
La dentadura del hielo,
muerde invisible.
En su mordida eléctrica
se tensan mis dedos, los pies.
Se tensa todo.
Afuera,
mi sabueso danza.
Su andar es torpe,
y sus orejas infinitas
lustran los pastos
y la vida.
Mi perro, brama como el mar.
Y en su bramido voy yo,
que soy uno con el océano.
Afuera,
la temperatura
cayó bruscamente.
Pero no todo frío
es falta de calor.