Tengo sed de mar,
de enredarme en las olas
y que la arena mojada
acaricie mis pies.
Quiero despertar
al tiempo que la aurora
en una playa lejana
comience a hacerse ver.
Sed de inmensidad.
Y tras sentirme pequeña y rota,
ser reconstruida, abrazada
por esa grandeza, después.
Saber cuándo soltar
aquello que no se controla,
ver cómo la corriente arrastra
lo que me impide crecer.
Tengo sed de mar
y solo se sacia de una forma:
con el agua salada
besándome la piel.
Deja una respuesta