He visto un caballo libre
de cascos altos, hambrientos;
su melena rozaba grandes épocas
como seduciendo su regreso.
Las huellas de su herradura
arden negras en el pecho;
su galope ensañado arrea
un débil latido cercano.
¿Quién borró la embocadura provocando este desvelo?
¿Quién escarbó en el establo verdes intentos de ilusión?
Mi piel cede al rejoneo,
al trote del sopor tan amado,
y en mi cama ahora relinchan
pulmones montados a pelo.
Estallan mis párpados habitados
por ojos negros ariscos de sueño,
nobles colosos que reclaman luz
en la oscura morada de mi cuerpo.
¿Qué hará tanto brío ajeno con mi correa ya oxidada?
¿Qué de este jamelgo cuerpo ansioso de desbravar?
Aferrado aún a sábanas frías, fracaso
en el intento aculado de amansarme.
Ya no podré regresar al corral:
alguien enterró sus espuelas.
Manuel Cristancho
@manuelcristanchocortes
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