Algún día regresaré
a la reja oxidada,
a la flor trémula detrás de la reja,
y al olor a lluvia sobre azucenas.
Seré otro ser que pase,
que regrese,
que llore.
Seré como tantos,
empujaré la verja,
inclinaré el rostro,
oleré el jardín de la dulce Consuelo,
y entenderé entonces lo que ellos me dicen,
del perfume que cargo detrás de la oreja,
del óxido tibio entre mis dedos.
Volver al sitio que me habita,
habitar el espacio que a mí me vuelve.
Empujar la verja,
oxidarme las manos,
espiar el retoño de una flor de corona,
temblar en el muro de tardes felices,
escuchar el eco de una risa que fue mía,
y la lluvia ya en charco trayéndome a mí.
Giselle LF
@glf.writes
Leer sus escritos