Ya no quiero
contaminar todas tus piezas
con mi aliento;
me he hartado
de contrarrestar tu humor
con mi pena,
y llenar mi ombligo
con tus quejas.
Si he podido sobrevivir
al culmen de tu indiferencia
y sobrepasar la montaña de tus matices
pisando campos de espinas
y arrozales,
también puedo caminar a lo ancho
y sentirme dueña de todo lo mío
como si fuera la última vez.
Y a todo esto:
espero que te vaya bien.
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