Llueve. El cielo es una infinita nube gris.
Cierro la puerta del coche. Permanezco inmóvil.
De la frente y el chubasquero se desprenden algunas gotas que oscurecen el tapizado del asiento. Afuera tabletean arrítmicamente contra el capó, las lunas y el techo. Se deslizan cristal abajo como culebrillas acuáticas.
A través de sus efímeros cuerpos puedo ver el mundo hecho pedazos.

David Pulido Suárez
@davidps81
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