Tres ancianas hilaban

Antes de que el viento cambiara abruptamente su dirección Cerbero se levantó y en dos zancadas se metió en la cocina por el hueco de la puerta entornada. Poco después las plantas y las hojas del laurel de Indias del patio comenzaron a estremecerse. Las ya caídas, secas y crujientes, se amontonaron contra la pared,Sigue leyendo «Tres ancianas hilaban»

La sed

Apago el televisor y me quedo mirando mi difuso reflejo en la pantalla oscura. Me veo sentado en el sofá con las piernas abiertas, escurrido, sosteniendo el mando a distancia en la mano derecha. Han cesado las imágenes, las voces, los gritos. Se posa la penumbra. Vuelvo entonces mi atención hacia las ventanas, cerradas, aSigue leyendo «La sed»

El viaje

Uno se va yendo a poquito. Casi sin darse cuenta, pero se va. Desde no sé cuándo saca la maleta de donde siempre estuvo y la pone abierta en el suelo, junto a alguna esquina, para que no estorbe el paso de los que se quedan. Luego la va llenando, no demasiado; lo justo: algunosSigue leyendo «El viaje»

Microtextos eróticos

Montar en cólera Acerco mi rostro. No pestañea. Desafiante, sostiene la mirada. Apenas el aliento de un susurro separa la frontera de los labios. En su cuello veo el leve latido de una vena que lentamente acelera el pulso. —Quiero cabalgarte… Ella parece asentir mientras yo acaricio con mi mano su costado palpitante. Cólera seSigue leyendo «Microtextos eróticos»

Julio

Julio reparó, de pronto, en la jaula vacía. Hasta la semana pasada allí dentro piaba un canario, el regalo que jamás llegó a darle a su hijo porque la madre no quería bichos en casa. En el fondo (se había convencido de tanto repetírselo) aquello había sido una estrategia de su ex para alejarlo deSigue leyendo «Julio»

El mundo hecho pedazos

Llueve. El cielo es una infinita nube gris. Cierro la puerta del coche. Permanezco inmóvil. De la frente y el chubasquero se desprenden algunas gotas que oscurecen el tapizado del asiento. Afuera tabletean arrítmicamente contra el capó, las lunas y el techo. Se deslizan cristal abajo como culebrillas acuáticas. A través de sus efímeros cuerposSigue leyendo «El mundo hecho pedazos»

Historia de un deicidio

El coronel Aureliano Buendía apartó de un manotazo la manta que le cubría hasta la cintura dejando a la vista el dolor fantasma de sus muñones. Gabriel, maldito por el remordimiento, abandonó el ángulo de la habitación en el que permaneciera y avanzó, encogido, hacia el militar. Éste, al sentirlo, lo encañonó con la mirada.Sigue leyendo «Historia de un deicidio»

Un muerto

Un muerto. Por primera vez veía a uno de cerca, sin mampara ni ataúd de por medio, a escasos pasos de mí, a la altura de mi mano. Se trataba de un hombre muerto que sesenta minutos antes fue un hombre vivo, como yo lo soy ahora que escribo estas líneas. Lo vi entrar conscienteSigue leyendo «Un muerto»