Escribo con una gota de sangre sobre la mano;
qué raro que mi sangre
esté tan cerca de mí
tan solo a una piel de distancia
y que esa piel sea la mía
y que yo tenga piel.
Sospecho que tengo otra cosa que no es piel
sino algo menos apto para distinguir lo que es allá y lo que es esto
que se sorprende de reconocer la sangre por fuera
y las intuiciones por dentro.
Y si esto en verdad es piel,
es muy poca.
Quizá solo deba servirme para saber dónde me acabo,
que es casi lo mismo que saber dónde
terminan las otras cosas,
porque la piel que tengo no me sirve para tocar
para sentir
para conocer
o para salvarme
eso lo hago, no sé con qué,
con otra superficie que me cubre toda la existencia
y a veces también me cubre el cuerpo.
Me cubre, me abarca, ¿qué es?
¿qué es? A lo largo de mi vida
lo que he percibido es lo intangible
o la versión distorsionada de lo tangible.
Si algo he palpado, si algo he tenido entre los dedos
si he conocido alguna vez texturas o temperaturas o espacios
fue a través de esa otra corteza
más real, más invisible,
más de mí,
de mi ser más verdadero al que le resultan tan escasos
los sentidos.
He de almacenar lo que no ocupa espacio,
cargar lo que no tiene peso,
saber lo inaveriguable
sin poder decir
qué
es
qué
sé.
¿Qué sé?
Quizá solo puedo saber dónde me acabo,
que es casi lo mismo que saber dónde
terminan las otras cosas
que es casi lo mismo que saber dónde
comienzo.
Pero solamente conozco
el volumen del tiempo.
Solamente conozco
que la sangre no se parece en nada
a esta gota que ahora me descansa sobre la mano
excepto en que está sobre mi mano
si llega a resultar
si algún día me entero
de que esta mano es en efecto la mía
de que yo en efecto
soy
quien sabe
lo que soy.
(¿Quién sabe
lo que soy?)

Emma Calderón
@emmaland_m
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