Niña,
ayer me soñé entre tus manos.
Y yo era diminuto
como el guitarrero.
Con las alas ocultas,
con las alas de metal verde;
y extendía mis antenas como brazos,
para alcanzar tu pelo que caía dormido
a tus hombros claros.
Niña,
ayer te soñé en mi jardín.
Con tus manos de mantis,
empapadas de tierra
y la sonrisa ancha.

Deja una respuesta