Camino por el sendero de la anhelación.
Sobre mí hay jacarandas rosadas
y a mis pies sus flores dormidas.
El sol estaba seco,
la luna fraccionada,
y las nubes vibraban excitadas.
A cada paso crujían las flores
como si caminara sobre cráneos de unicornios,
cada pisada resonaba al carraspeo de una cascada,
zancadas pequeñas y finas,
porque me encontraba en el otro lado del espejo,
o de los sueños olvidados,
o del regato del fin del mundo.
Mi cabello bailaba al son del viento azafrán,
la corriente parecía lúcida de fatiga,
tal cual fuera su día de descanso y omitiera que estaba ahí:
en el sendero de la anhelación.
Me agazapo a recoger una flor todavía no machucada.
Observo a la rodolita durmiente,
en ese instante ella abre sus pétalos y mira a través de mí,
y silba: ruin, insólita, impertinente.
Un sonido amargo aliñado a infancias perdidas.
Volteo a ver a las demás somnolientes rosadas y oteo el fin del camino.
Extienden sus pétalos muertos y miran a través de mí,
y silban al unísono: el viento se recuerda de su labor.
Giran, danzan, vuelan
a mi alrededor y me zambullen en un huracán
de pétalos, polen y muerte.
De rosa transmutan a amatista,
el viento arroja olores de despedida
y mi cuerpo disipa hasta dejar solo mis huesos amarillos.
Me expulsan, me destierran, me embotan,
porque yo no pertenezco, ni aquí, ni allá.
Me hacen dar acato que soy el limbo de la humanidad:
tan desabrido, tan perdido, tan solo.
Un éxodo a la otra cara del mundo, o del espejo, o de los sueños.
Despabilo en un sendero ya conocido
de pavimento lánguido y apagado,
con luz sin valor como un fantasma,
a un hogar que llora porque ha perdido su esencia.
Y así continúo,
pintando mis huellas en el polvo
y sigo mi azaroso rumbo.
¿Por qué?
Porque hay que seguir avanzando.

David V. Morales
@davidvmorales
Leer sus escritos
¡Genial! Me encantó.
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Increíble 👏🏽👏🏽
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Bellísimo!!!
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