El verano de Madrid:
tantas tardes naranjas
escuchando el silencio de casa, mirando
los cuadros de siempre en cuyo interior
hace calor también, así dicen
los ojos cansados de los gatos
y el torso desnudo de mi padre niño;
tantas tardes que se escapan
sin dejar memoria, sin que el tiempo
nos diga claramente que transcurre
y la casa
tan quieta
parece apenas real, apenas real que vivo ahora;
tardes esperando y esperando
sin saber a qué,
a sentir de nuevo
fluyendo al agua clara de la vida.
El verano de Madrid:
un deseo de salir al sol
y reír bajos sus rayos;
un deseo de un sol
más benigno, más despierto.

Fernando Benito F. de la Cigoña
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