Hoy hállome descalzo entre la bruma
—aquella que posterga el sueño mío—;
bosteza desde el monte un rocío
y el mirlo teje letras con mi pluma.
Percibo el dulce tacto de la espuma
—aquella que refresca el folio impío—;
la tinta aún conserva su albedrío:
zozobra por el aire, y se esfuma.
¿Quién robó las palabras de mi nana?
¿Quién huyó con el vino y la torpeza
que ensalza con sus aguas mi poema?
¿Fue acaso la ninfa más lozana,
o el gusano que asoma en la maleza?
¿Lápiz, libro, o escena? ¡Qué dilema!

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