Tengo media hora para escribirte un poema
y ni siquiera sé por dónde empezar.
Como un día no supe por dónde empezarte,
y comencé leyendo tu cuerpo.
Mis mejores versos nacieron en tu espalda,
y creé poesía a partir de tus costillas.
Sintiéndome Diosa,
que no Dios.
Déjame releerte para poder escribirte,
que contigo delante me sobra tiempo.
Veintinueve minutos si me besas.

Irene Chiquero
@nenescritos
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