«A todas aquellas almas que no pudieron correr para vivir
y les alcanzó la muerte…»

Ella se fía de su instinto
con frecuencia se cree heroína de historieta
es culpa de las nuevas costumbres: “Se es mujer o se es niña”
no hay espacio para las dos en la verde crisálida
una vez más su melancolía se deshace.

Cada vez que se atreve a correr
su adrenalina la consume,
se cree fuerte ante sus emociones
y se llena de coraje
hasta que llega la descarga de estrógenos intermitentes.

Cada vez que se mira en el espejo
se siente menos pudorosa con el paso de los años
Y se convence de sí misma, fijando en su memoria:
“Nadie puede contra mí”
“Yo no puedo contra nadie”

Llegó el momento de actuar para la mujer de piedra
de ojos blancos y garra audaz,
borrada por el viento del otoño
pisoteada por un silencio complaciente.

¡Corre de una vez por todas!
No te detengas.

Una vez más vence a la vida
llega a un acuerdo con la muerte
se cree benévola,
es parte de su frágil naturaleza.

Huye de la bala como un ciervo por el bosque
y se esconde como el escarabajo sepultado por la hojarasca
bajo tierra.

Se descalza nuevamente
¡Corre, corre lentamente!
Detiene sus pasos
sabe que la vida se pierde en la carrera
sus pies pueden anclarse en el camino
y sus ojos admirar lo que ha dejado,
no se detiene, anda descalza.

¡Corre, corre rápidamente!
Ya no eres mariposa viajera
tu cuerpo débil parece una bestia herida y
finalmente te tropiezas con la muerte
ya no corras más
que tu alma ha sido liberada.

Kervin Briceño Álvarez
@prisonerofideas
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