Luna patrimonio de los desamparados
que bailan bajo su brillo
y hacen travesuras
en cobija de su bienaventuranza.
De los enamorados
que se la prometen en cada beso,
en cada plaza.
De los soñadores
que se dejan arrastrar
por las corrientes marinas
sonriendo como lunáticos.
De los románticos
que miran su cuerpo celeste
deseándola revolucionada
en todas sus fases.
Luna fortuna de resilientes,
poetas aullantes,
locos sin cura,
ladrones de fuegos sagrados.
Aunque los gringos insistan
en mostrarnos su banderita
ondeada sin brisa.

Adal Hernández
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