A costa de una crueldad
emancipada por esencia propia
cae el velo irrisorio
se tergiversa su compás.
Sin tener mucho que explicar,
organigrama irresoluto
ante la falta que no se supo librar
por muy errada que se halle
su inocua convicción.
Perdiendo el tiempo
sacando provecho a su lejanía,
distancia lo suficientemente marcada
como para no remarcarse de nuevo.
En apariencia, una nueva normativa
al querellarse la insurgencia
residida en la susodicha angustia,
dándose a conocer
por la trágica dilución perspicaz
obviada en su conducta,
colosal antipatía actuando
en contradicción con las que alguna vez
fueron promesas pretendiendo eternizarse.

Deja una respuesta