La vida es una decepción, solo si quieres. La vida puede ser un poema que no rima porque a ti no te da la putísima gana de complacer a un lector que se anticipa al verso que toca. O a un corrector que se niega a aceptar que “putísima” es una palabra tan putamente válida como cualquier otra de este texto. Y por eso la escribes.
La vida es saber que ni la maja vestida era una mojigata ni la maja desnuda un pendón, pero que en el Instagram que, por supuesto no existía entonces, solo una sería influencer.
La vida se pinta, se escribe y se cuenta de tal forma que cualquiera podría decepcionarse, cada veinte minutos. Por eso hay que pintarla, escribirla y contarla a gusto del consumidor, y no tragársela a pelo.
Porque sí, el Titanic era un submarino, el Muro de Berlín un lienzo y la política una broma de mal gusto con más payasos que globos. Las mentiras son mentira, los peones acabarán pasando del ajedrez y el mayordomo, que, por supuesto era el asesino, solo era un puto esclavo aprovechando su oportunidad de ser libre.
Igual que mi abuelo es inmortal hasta que se demuestre lo contrario, el Atleti es el mejor, aunque no lo llegue a ser nunca y esto será una carta de amor si Sabina lo quiere, y quien no esté de acuerdo que no me lo diga. Que se decepcione.

Daniel Cruz
@danonone94
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