Bellos no son los carros de los Lidios
por fornidas bestias impelidos.
Ni bella arreglada música
contra pechos de jinetes sostenida.
Tampoco es bella la sonrisa
del hachazo del mundo destetada.
Bellas han llamado
a las sangres del vino que olvidados dioses derraman.//
Y bello al imperio del mundo
que las matriarcas de Assam
-ahora bustos, cautivas por memoria,
florida sepultura de marmóreas paladas-,
conjuntadas las estrellas en la sien y en el puño,//
tejieron con sus miradas.
¿Qué dice esta sanguinosa carne craneal, o un alado corazón perdido, qué es bello?
¡Entre una jauría, un oleaje,
el vuelo,
liberada la pregunta!
Bellas serán acaso,
si en la última noche del tiempo
o si esta mañana son dadas
así encarando los ceñudos barbudos guardianes de piedra//
caricias de los amantes.
Bella es la ausencia,
sus palabras oscilantes.
Bellas hilanderas
que crecientes mundos nuevos deshacen,
apenas conocidos.
Bellos carceleros insidiosos
tic-tacs,
o el tañir estruendoso del incorregible crimen//
ante quien quiere cambiar pero no puede hacer nada. //
Bello un paisaje que siempre se escapa.
Bella sangrante grana ante
nuevas sangres florecidas.
Bello el mordiente fruto de tus mejillas,
como el olvido, con la herida de los héroes enjoyada.//
También remota espina,
bella carne en ella presa,
y el bramante haz de tu saliva.
Bello será un lloro
si en la piel aún se clava.

Jaime Calaforra Arranz
@jcalaforraarranz
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