No es el tiempo de hablar de las sonrisas
que ocasionas
(¡maldita -otra- adversidad!)
Ya he llegado a la edad de cosas simples:
Treinta «Buenos días»
Treinta «¿Cómo vas?»
Treinta horas a la semana
(bueno, menos,
pero igual como si fueran)
treinta.
Treinta segundos
tú… adentro… (…) afuera (…) dentro
fuera… adentro… afuera… adentro… afue–
Treinta minutos
(luego)
humedad.
Treinta años:
y tu voz de nieve-en-el-día con la mía de
treinta
Pero no es el tiempo.
De nuevo el golpe político nos usurpa los orgasmos
y las noches se extienden con un sonido adyacente al coquí
(coquícoquícoquíbrrrrrrrrrrrcoquí)
el calor del olor del gas se mezcla
y le da al insomnio la hipérbole de madrugada.
Mal colectivo incompetente de huracán político.
Treinta años hoy
con una semana sin luz.
Irving Saúl
irvingsaul.com
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