Creo en Dios. Y en su silencio.
Y en su ausencia omnipresente.
Y en su juego en que la regla
es que no hay ninguna regla.
Y en su ciencia incalculable.
Y en su muerte de la Muerte.
Y en su Vida tras la vida.
Y en su ejército terrestre
de arcángeles sin alas.
Y en su rezo por mi alma,
por tu alma, por las almas
de los hombres, de manzanos,
de serpientes, de gusanos,
del autómata creyente,
del ateo inmarcesible.
Y en su ansia por poder,
con sus dedos invisibles,
nuestras llagas penetrar,
ya no por falta de fe,
solo sueña con sanar
cada herida, a pesar
de que esto llegue a ser,
de que pueda suponer,
hacer trampas. Creo en Dios.
Y en su intento de atender
nuestra unísona oración.

Antonio Ríos
@antoniorios.poesia
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